Se dice que el estrés es una epidemia de nuestros días, y a menudo se habla de estrés como sinónimo de ansiedad. Todos hemos sufrido los síntomas del estrés en alguna ocasión y, sin embargo, si nos preguntan cuáles son éstos síntomas, cada persona indicará un grupo heterogéneo. Existen diferencias en la sintomatología del estrés entre hombres y mujeres, y también pueden variar en función de la etapa de la vida (niñez, adolescencia, juventud, mediana edad y tercera edad).

Con el estrés, lo más correcto es hablar de agrupaciones de síntomas. Dentro de estos grupos, la persona que sufre estrés experimentará varios de ellos, y no siempre se manifiestan los tres tipos. Por ejemplo, hay personas que sometidas a muchas presiones que apenas presentan síntomas físicos de estrés, las llamadas somatizaciones, y es cuando se dice aquello de que a alguien “se le ve sereno pero la procesión va por dentro”.

No obstante, hay unos síntomas recurrentes que de una forma u otra presentan casi todas las personas estresadas.

Vamos a ver esto con más calma, para ayudarte a identificar cuándo sufres un nivel de estrés preocupante y cuándo, aunque te sientas algo mal, estás antes un proceso biológico normal.

 

¿Qué es el estrés? Diferencia entre estrés y ansiedad

El estrés es un mecanismo biológico adaptativo que sirve para poner el cuerpo y la mente preparados para la lucha o la huida ante un peligro. También es esa sensación de incomodidad que nos lleva a acabar una tarea pendiente o a dar un repaso adicional antes de un examen.

El estrés, mantenido en unos niveles normales, es bueno. Pero en la vida pueden darse ocasiones de estrés continuado, como puede ser un trabajo en el que se sufre acoso o el ser la única persona al cuidado de un familiar con Alzheimer. Entonces, el estrés pasa factura y puede llegar a cronificarse, en cuyo caso hablamos ya de ansiedad.

El estrés cesa cuando la amenaza o el estímulo desencadenante desaparece. Siguiendo con los dos ejemplos anteriores, puedes tener un trabajo horrible y pasarlo mal en él, pero si logras desconectar cuando termina tu jornada, no sufres de ansiedad, por suerte para ti. De igual manera, si consigues que alguien te ayude a cuidar de ese familiar y puedes descansar o pensar en otras cosas en los pocos ratos que tengas libres, tampoco estamos ante un caso de ansiedad.

Para quien no ha experimentado una crisis de ansiedad es difícil distinguir un episodio de estrés agudo de una crisis ansiosa. Sigue leyendo para saber diferenciarlos sin lugar a dudas.

 

Los 3 síntomas del estrés más habituales

Cambios en el apetitodolores musculares, incluyendo la llamada cefalea tensional, y la sensación de que algo malo va a pasar en cualquier momento. Esos tres son los síntomas que más se repiten cuando pedimos a gente que se siente estresada que no explique de forma resumida por qué considera que su malestar se debe al estrés emocional y no a una enfermedad común, como puede ser la gripe en los meses fríos.

Los cambios en el apetito pueden producirse en un sentido o en el opuesto, es decir, mientras algunas personas experimentan más hambre en general o más apetencia por los dulces cuando está pasando por una periodo estresante, hay quien pierde el apetito sin más o bien debe ingerir menores cantidades de alimentos porque su estómago no parece aceptar las cantidades habituales.

Sobre la tensión muscular ocasionada por estrés, hay que tener en cuenta que se mantiene durante varias horas seguidas, llegando a repetirse durante semanas. El resultado es el mismo que el de un sobreentrenamiento: dolor, entumecimiento, contracturas, a veces incluso pinzamientos (son casos raros, asociados a alguna lesión previa en la zona). La famosa cefalea tensional, que afecta a la zona de la frente y puede manifestarse también cerca de la nuca, es consecuencia del agarrotamiento muscular involuntario debido a estrés o a ansiedad.

El último síntoma recurrente tal vez debería ser el primero en mencionarse. Esa sensación de peligro difuso, de que el jefe me va a regañar o me va a salir mal el examen que tanto he preparado, nos lleva a un estado de alarma o predisposición a lo malo. Lo curioso es que, al describir su sintomatología, los pacientes estresados tienden a enumerar primero los síntomas físicos.

A continuación, haremos un repaso por los síntomas del estrés de manera más general, esto es, por agrupaciones sintomáticas.

 

Síntomas emocionales y conductuales

¿Qué pasa por nuestra mente cuando estamos estresados? Tú sabrás mejor que nadie lo que te sucede en esos momentos. Algunos de los pensamientos y emociones más habituales son los siguientes:

  • Sensación de que no vamos a llegar a tiempo o de que vamos a hacerlo fatal.
  • Falta de confianza en uno mismo, aunque la experiencia nos haya demostrado que estamos más que preparados para salir airosos de algo.
  • Contestaciones muy secas o con gritos, incluso a gente que nos puede caer bien y no nos incomoda en absoluto.
  • La autoestima puede resentirse si, de manera involuntaria, nos invaden pensamientos de fracaso o no dejamos de centrarnos en las veces que hemos fallado en situaciones similares, aunque sean las menos frecuentes.

Conductas que pueden indicar que se sufre estrés prolongado en el tiempo

Cuando se sufre estrés durante cierto tiempo, en el momento en que hace acto de presencia pueden aparecer conductas que repetimos de forma inconsciente porque nos ayudan a calmarlo de forma momentánea. Algunas no tienen nada de malo, aunque otras pueden ser perjudiciales si se repiten de manera más o menos habitual.

Morderse las uñas, juguetear con los cabellos o tocarse mucho la cara pueden ser conductas propias de alguien ansioso. En casos severos, las uñas podrían llegar a infectarse y el jugueteo con los cabellos pasa a ser tracción y puede llegar a provocar una alopecia reversible.

Hay personas que comen más cuando se sienten estresadas, otras sienten apetencia por los dulces y hay a quien se le cierra el estómago. El estrés puede causar sequedad de boca que nos lleva a tomar agua a sorbos a menudo o a consumir caramelos (mejor sin azúcar si es una costumbre) para mitigar los síntomas.

Otra conducta que puede indicar estrés es el sobreentrenamiento entre deportistas. Dado que el deporte es una excelente manera de mantener el estrés a raya, en ocasiones podemos sentirnos tentados a entrenar demasiado duro si nos sentimos especialmente nerviosos, y aumenta así el riesgo de lesiones.

Muchas de estas conductas se repiten en personas que sufren ansiedad o fobias, y también pueden obedecer a otras causas.

 

Síntomas físicos de estrés

Los síntomas físicos del estrés reciben el nombre de somatizaciones. Son reales, cuantificables, pero no obedecen a una enfermedad orgánica. En ocasiones son los indicativos externos de estrés, mientras que otras veces no se presentan.

Los síntomas físicos del estrés suelen afectar al aparato circulatorio (taquicardias o palpitaciones, hipertensión o tensión descompensada) y al digestivo (náuseas, diarreas y dispepsias, a veces estreñimiento).

Otros posibles síntomas físicos son un ligero temblor en los dedos o en las piernas, o contracciones leves involuntarias, que se conocen de forma coloquial como tics nerviosos.

 

Síntomas del estrés agudo

El estrés agudo se da en medio de una discusión violenta, cuando se enfrenta uno a un examen especialmente duro o ante una situación inesperada. Suele ser de duración breve pero puede mantener parte de sus síntomas hasta el día siguiente porque el cuerpo se resiente de ese pico en los niveles de adrenalina en sangre y de la tensión muscular.

Pero, aunque en un episodio de estrés agudo se pase mal, pese a que te puedas marear, temblar, sudar a chorros o sufrir una indigestión, no llegas a pensar que te estás muriendo, no sientes arritmias o la necesidad de escapar para poder respirar aire. Si estos últimos síntomas hacen acto de presencia, estamos ante una crisis de ansiedad y es muy posible que debas consultar con un profesional de la salud sobre el tema.

 

El estrés es un mal de nuestros días, pero no sobreviviríamos sin él. Es necesario, por tanto, distinguir entre el estrés bueno, que siempre es un poco molesto, y el que afecta a nuestra salud, que es el que se debe combatir con un hobby, ejercicio físico, ejercicios de relajación o consultando con un psicólogo.

La ansiedad es diferente del estrés, es siempre una enfermedad que puede ir de leve a grave y que siempre debe tratarse con ayuda de profesionales.

 

Si quieres más información, echa un vistazo a nuestros consejos para ayudarte a combatir el estrés.