Los libros para colorear destinados a adultos se popularizaron como una técnica antiestrés. Primero fueron los mandalas, y pronto surgieron otros motivos, inspirados en la naturaleza. Se distinguen de los cuadernos para colorear para niños en que requieren de un buen control motriz, algo que un niño de 4-5 años aún no ha desarrollado por completo.

¿Qué es un mandala?

Un mandala es un dibujo que representa un motivo sagrado. Son habituales en algunas religiones, como el hinduismo y el budismo, aunque en otras como la religión católica también se han usado representaciones similares con fines sacros.

Los auténticos mandalas consisten en un círculo centrado en un cuadrado, y respetan varios ejes de simetría.

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¿Mandalas para colorear: Por qué nos relajan?

Se ha comprobado que el colorear mandalas y otros dibujos de cierta complejidad ayuda a reducir el estrés en algunas personas. Esto se debe a que obligan a poner cierta atención en lo que se está haciendo, como el sombreado y la elección de colores no discordantes, pero a su vez no requieren de una gran concentración, inalcanzable en determinados estados de depresión o ansiedad. Lo ideal es aprovechar el momento dedicado a los mandalas o a otros dibujos antiestrés para realizar ejercicios de relajación o de meditación, que no son lo mismo.

Lo que muchas veces no nos cuentan es que los mandalas son más efectivos para favorecer la relajación o para lograr a desconectar al final de la jornada cuando participamos en su creación desde el inicio, esto es, cuando nosotros los construimos primero, y coloreamos después.

Pero mucha gente no dispone del conocimiento en dibujo técnico necesario para crear mandalas o, sencillamente, se estresaría más ante la perspectiva de dibujarlos. De ahí el éxito de la venta de los dibujos para colorear y los mandalas. Así que si te interesa adquirir alguno, puedes echar un vistazo a estos estupendos libros con mandalas para colorear.

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Otros dibujos antiestrés, ¿solo relajan los mandalas para colorear o sirve cualquier dibujo?

Si para nosotros el mandala no tiene un significado sagrado, ni entendemos qué representa cada elemento geométrico, nos servirá cualquier dibujo para colorear que tenga cierta complejidad. Por ejemplo, a un amante de los caballos puede relajarle más dibujar y/o colorear estos animales que los propios mandalas, porque hace que acudan a su mente sentimientos agradables.

En el budismo y el sintoísmo se suele meditar mientras se practica caligrafía con pincel. La escritura de oraciones o poemas con una técnica determinada, diferente a la escritura en papel hecha con un lápiz o un bolígrafo, es igual de válida para alejar el estrés, hablando siempre de niveles de estrés o de ansiedad no patológicos. Ningún mandala o dibujo puede sustituir la ayuda de un profesional cuando es necesaria, aunque se pueden seguir usando a modo de apoyo.

Incluso, entre occidentales que deciden estudiar un idioma con caracteres o pictogramas siendo ya adultos y se lo toman como un hobby, se ha observado que, mientras la escritura de ese idioma no es automática, la práctica también induce la relajación. Existe el caso opuesto, el de gente con mucha prisa por aprender que puede sentir frustración al plasmar sus primeros trazos con los caracteres.

Los dibujos antiestrés, la caligrafía oriental o, incluso, el lettering manual favorecen estados de relajación si son una práctica que nos resulte agradable y si hacemos de ellos un ritual: “nadie debe interrumpirme mientras estoy pintando porque es mi momento, un ratito para mí”.

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Estas prácticas aumentan sus efectos positivos si se realizan a la par que ejercicios de relajación, respiración controlada o meditación, cada uno debería elegir lo que más le guste o funcione. El principio por el que estas técnicas de pintura y escritura funcionan como relajantes naturales es porque nos obligan a disminuir la atención que prestamos a los problemas cotidianos mientras las estamos llevando a cabo. Con el tiempo, el cerebro se entrena y puede desconectar de eso que nos agobia con mayor facilidad, en cuanto agarramos los lápices, los rotuladores o el pincel.