La ansiedad y la depresión son enfermedades mentales cada vez más comunes y que pueden afectar a cualquiera en un momento determinado de la vida. No debe asustarnos el término enfermedad mental, pues nos ayuda a acudir a los profesionales indicados en caso de necesidad.

 

Pero también existe otra ansiedad que, aunque molesta, no llega a ser mórbida. Dicho de otro modo, es cierto que una ansiedad no patológica produce síntomas y somatizaciones, pero hablamos de casos que se pueden mantener bajo control con una serie de técnicas.

 

El uso de un mismo término, ansiedad, que designas dos situaciones diferentes, se presta a confusión. Vamos a intentar explicar qué tipos principales de ansiedad existen, cómo reconocer un ataque de ansiedad (que requiere de ayuda médica aunque sea puntual) y una serie de consejos para mantener bajo control esos casos de ansiedad que pueden manejarse sin terapia.

 

¿Qué es la ansiedad y cómo se presenta?

La ansiedad es una enfermedad que se caracteriza por un estado de alerta o hipervigilancia constante, como cuando nos encontramos en peligro. Dado que el organismo no puede resistir esas condiciones durante tiempo indefinido, sin descanso, se producen somatizaciones, que son problemas orgánicos debidos a una causa emocional. Las somatizaciones son reales; si afectan al estómago, por ejemplo, realmente presentaremos úlcera o gastritis.

 

Así, queda claro que la ansiedad continuada y no tratada produce, además de sufrimiento emocional, enfermedades físicas reales que no remitirán mientras no se controle su causa. Estas enfermedades pueden ser menores, desde un poco de acné o de caspa, hasta afectar a órganos importantes. Si su ansiedad afecta a órganos vitales, no se lo piense y acuda a un profesional pronto.

 

Existen dos grandes tipos de ansiedad. Uno es el TAG (trastorno de ansiedad generalizado), y otro es la crisis de ansiedad, que puede llegar a ser crisis de angustia o de pánico, en función de su intensidad. El TAG es una ansiedad crónica, mantenida durante meses o años, que pasa factura; y la crisis de ansiedad puede afectar a gente que sufre de TAG o darse en personas que no están sometidas a estrés, pero acaban de pasar por un suceso impactante, como puede ser la muerte de un ser querido o que nos tengan que desalojar por un incendio.

 

Existen más tipos de ansiedad, como el llamado estrés postraumático o la ansiedad producida por fobias, pero con los conceptos de TAG y de crisis de ansiedad basta para entender cómo actuar en cada caso.

 

Síntomas de un ataque de ansiedad

Los síntomas de ansiedad son variados y no se dan todos a la vez, pero las crisis de ansiedad son muy parecidas. Nunca se olvida la primera crisis porque uno cree que se va a morir allí, en el momento, de un ataque al corazón casi seguro o de cualquier otra cosa. Es aterrador.

 

Lo normal, ante la primera crisis ansiosa, es acudir al médico de urgencias porque no sabemos diferenciar aún las crisis de un fallo orgánico real, y porque suele requerir de medicación aunque sea en una única dosis.

 

Lo que se siente ante una crisis de ansiedad es el corazón latiendo a lo loco, a veces incluso con arritmias, falta de aire y mucho miedo. Lo paradójico es que, ante una crisis, no nos ahogamos de verdad sino que estamos hiperventilando, pero la sensación es la de que no llega el aire a los pulmones o que llega mal.

 

Si nos encontramos en un sitio cerrado y con gente cuando sufrimos la crisis de ansiedad, es muy posible que busquemos desesperadamente la salida, creyendo que así nos aliviaremos o que estando en un espacio abierto podríamos buscar refugio. Mareos, visión borrosa e, incluso, desmayos, también son habituales en estas crisis. Y si no nos desmayamos, las piernas temblarán, podemos caer al suelo, etc.

 

La buena noticia es que, cuando uno ya distingue los ataques de pánico, sabe decir “es una crisis de ansiedad, por favor, necesito…” o puede pedir que llamen a alguien. Porque, para quien no ha presenciado nunca una crisis de este tipo, la experiencia también puede ser impactante.

 

¿Cómo tratar la ansiedad?

Cuando la ansiedad es patológica y desencadena ataques de pánico, hay que recurrir a un profesional. Un psicólogo o psiquiatra, según el estado de gravedad, nos ayudará a encontrar el origen del problema y nos guiará para tratar de solucionarlo, a la vez que nos dará pautas para controlar los síntomas mientras nos recuperamos. Estas terapias se pueden reforzar con los métodos que sirven para controlar la ansiedad que no es grave, lo que más bien es estrés acumulado.

 

No hay un método válido para todo el mundo, lo mejor es ir probando varios hasta que demos con el que nos funcione, pero una cosa es segura: sin ayuda de un profesional, el problema puede agravarse y desencadenar procesos más difíciles de tratar, como enfermedades físicas o una profunda depresión. Pide ayuda.

 

¿Cómo controlar la ansiedad no mórbida?

Ante una ansiedad puntual que no llegue a ser una crisis real, hay que intentar pensar en otra cosa: la lista de la compra, el jersey que lleva esa señora, nuestra comida favorita, recitar una poesía que estemos aprendiendo… lo que sea con tal de evitar poner los cinco sentidos en ese agobio que nos ha asaltado.

 

Para casos de estrés continuado y ansiedad ligera, prueba con algunos de los siguientes consejos:

  • Haz deporte. Si tu nivel de estrés es elevado, piensa en hacer artes marciales, boxeo o alguna disciplina que permita quemar mucha adrenalina. Y no te asustes, todos esos deportes tienen versiones para gente que solo desea ejercitarse o relajarse, no vas a tener que pelear con nadie.
  • Aprende a controlar tu respiración y a respirar con el abdomen. Para ello puedes practicar yoga, tai chi, aprender ejercicios de relajación o de meditación o, sin más, técnicas de control de la respiración.
  • Practica un hobby al menos una vez por semana. No importa cuál sea, solo es necesario que te guste o te motive. Quien dice hobby, dice quedar para tomar un café con una buena amistad.
  • Aprende a tener momentos en lo que no estás para nadie. Salvo en casos muy puntuales, casi todo el mundo puede buscarse un hueco de 30 minutos a la semana.
  • Hazte con alguno de nuestros juguetes antiestrés de nuestra web.

Prueba cosas que relajan a mucha gente como hacer amigurumis, tejer, pintar mandalas (enlace a artículo nuestro) o dibujar.